miércoles, mayo 03, 2017

El Calígula Román


César Medina
Leí, como siempre, a Ubi Rivas en el diario Hoy. Lo leo porque escribe con garbo, además de que fue mi maestro en aquellos inicios lejanos de Última Hora junto a Goyito, Virgilio, Aníbal, Guarionex, Riverita, José Agasajo, Vásquez, Castrico y el chofer de todos, el trascendido Sigfrido Oller.

Ubi es una enciclopedia andante que a sus ochenta años conserva lucidez de juventud, a la que agrega la experiencia del último medio siglo vivido en el centro del torbellino capitalino sin divorciarse de su Santiago natal, donde hizo pininos en el periodismo, oficio que le apasiona y del que nunca se ha apartado.

Por eso puse especial atención al primero de sus artículos sobre Adriano Román, el empresario de Santiago que fue su amigo y que murió hace poco “de muerte natural” en la cárcel de Santiago donde purgaba prisión prácticamente perpetua acusado de pagar por el asesinato --afortunadamente fallido--, del comunicador y abogado Jordi Veras, el hijo del doctor Negro Veras.

Este caso siempre me llamó la atención por todos los elementos novelescos que contiene: el género humano se expresa en contradicciones y dicotomías asombrosas en tanto es capaz de prodigar la pasión y el amor más sublime --con la novia, con la esposa, con los hijos--, y al propio tiempo esparcir maldad sin límites.

El desorden de la personalidad antisocial configurada por Cesare Lombroso a principios del siglo XIX está tipificada exactamente en la figura de Adriano Román, que no sólo en los hechos por los que fue condenado, sino en su comportamiento arrogante, en su mirada felina y amenazante, en su incesante instinto para dañar...

Alguna vez me pareció ver en un diario digital que una periodista de Santiago lo calificaba como “el Calígula” de los nuevos tiempos.

... Generosidad de Ubi
Ubi se encontraba entre sus amigos en aquellos años de juventud y lo describe como el bocaza y megalómano que siempre fue: un personaje desdoblado habitaba en él, capaz de acumular odios y rencores hasta llegar a la venganza artera y al mismo tiempo prodigar afecto y cariño por una vieja amistad de adolescentes.

La muerte súbita de Román en la cárcel de Rafey libera a mucha gente de la inevitable sed de venganza por tanto daño infligido --a Negro Beras, a su hijo Jordi, a su exesposa Llaverías, a sus hijos, a examigos, y a otros presos “cubeados”, como les llama Carmen Imbert--, pero tal vez fuera sano que ahora que él no está y no puede provocar mayores daños, alguien se ocupe de profundizar sobre la personalidad de este individuo y cómo encontró dentro de él “la maldad parida”.

Porque Ubi ha dicho que Román fue siempre un tipo normal, hacendoso, estudioso, trabajador... ¿Cómo pudo caer tan bajo hasta mandar matar a su propia esposa y causar daños irreparables a los hijos de ambos, para luego ordenar el asesinato del abogado de ésta y luego al sicario que contrató para el crimen...?

Lo explica Lombroso...
Cesare Lombroso nació en Verona, Italia, en 1835, y ya graduado de médico fue el más avanzado de su generación en el estudio del comportamiento de la mente antisocial. Antes de su deceso, en 1909, impactó a los científicos con una teoría que revolucionó la psiquiatría moderna con base en el estudio del cerebro de un famoso delincuente de su época. Vincula la teoría de Darwin sobre la evolución de la especie para concluir en que el criminal nato se incuba en la región no evolucionada del cerebro y tiene un fenotipo que lo identifica...

...Que en este caso empieza en la mirada penetrante de Adriano Román. ¡Observen bien su foto: ahí se descubre todo!

martes, mayo 02, 2017

A los 83 meses de la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi

  1. La tentativa de asesinato materializada en la persona de mi hijo Jordi, se llevó a cabo por una asociación criminal, dirigida y financiada por el hoy finado Adriano Román. Por tal motivo, al informarme del fallecimiento de éste dije, “en lo que a él respecta, con su muerte, para mi concluye un viacrucis procesal, me quedo sin ningún rencor. Que descanse en paz”.
  2. Al ser humano le tengo consideración sin importar el comportamiento bueno o malo que exhiba o haya mostrado en el curso de su existencia, porque para sancionar las acciones dañinas de los delincuentes están los tribunales, por lo que no debe ser obra de los particulares por muchas razones de peso que puedan tener.
  3. El expediente relacionado con los que procuraron matar a Jordi, y que todavía viven, estoy comprometido a darle seguimiento hasta que concluya con una sentencia definitiva e irrevocable y que cumplan totalmente las condenas que se les impongan, y en los recintos carcelarios que indique la decisión judicial.
  4. No tengo formación de perseguidor, acosador ni trato de acorralar a nadie, pero como padre de Jordi estoy en el deber de ser perseverante, mantenerme firme a los fines de que todos aquellos que se unieron para asesinar a mi hijo paguen por su acción criminal. No es un cazador ofensivo quien busca que la justicia impere.
  5. Diferentes factores hacen posible la impunidad, y uno de ellos es que ante la lentitud de los procesos judiciales penales, las víctimas directas e indirectas se cansan, lo que permite que la criminalidad siga presente en el país. En lo que al caso de Jordi se refiere he dicho y reitero que para mí es una cuestión de honor que todos los que se asociaron para eliminarlo, paguen por el hecho.
  6. Para los responsables de la operación criminal que fue objeto Jordi, no he aspirado a rigidez ni a estrictez, como tampoco tolerancia y complacencia. Solo deseo que se haga justicia; que se castigue en base a la ley, el derecho y de acuerdo con lo abominable, repugnante y vituperable que fue el hecho contra mi hijo.
  7. Aunque falleció Adriano Román, debo continuar dándole seguimiento al asunto con relación a los demás coautores, los cuales tienen deuda de sangre con mi familia y con la sociedad. La continuidad, la prolongación ininterrumpida en la búsqueda de la justicia no cesa, es en mi algo que no puedo abandonar ni por un segundo.
  8. Mientras tanto continuaré a la espera de que se decida el recurso de casación interpuesto por la generalidad de los autores del crimen, que se encuentra en estado de fallo ante la Suprema Corte de Justicia. Si he sabido aguantar sufrimientos, pesares con paciencia y calma, debo no desesperarme hasta que llegue la decisión final.