lunes, noviembre 02, 2015

A 65 meses de la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi Veras

  1. Para cumplir con un deber no podemos fijarnos plazos ni condiciones; debemos acatar hasta consumar el compromiso que hemos asumido, si en verdad estamos decididos a actuar con la responsabilidad que implica la misión o encargo.
  2. En mi condición de padre de Jordi Veras, me he impuesto la obligación de accionar para que impere la justicia en el caso de la tentativa de asesinato de que fue objeto el 2 de junio de 2010. No puedo, bajo ninguna circunstancia, permitir que por una negligencia o despreocupación mía, triunfe la impunidad. El deber me manda a mantenerme vigilante, ser cuidadoso y desplegar todo mi empeño para que sean castigados los culpables como bien merecen. 
  3. La acción criminal contra mi hijo Jordi, no fue la obra de un delincuente actuando en forma individual, sino un operativo orquestado, planificado por un colectivo, una asociación que trabaja con los métodos del crimen organizado al más alto nivel del sicariato moderno.
  4. Se ha comprobado que el concierto criminal instrumentado para matar a Jordi, no terminaría con el asesinato, sino que fue pactado hasta más allá, lo que se ha evidenciado por la armonía, la coordinación, la coincidencia que han mantenido los coautores ante los tribunales.
  5. Adriano Román y la asociación de criminales que contrató para asesinar a Jordi, en todo el curso del proceso judicial, en lugar de arrepentimiento, han demostrado satisfacción por el acto criminal. En ellos no hay remordimientos, sino contumacia, persistencia, obstinación en seguir abrazados al crimen, desconocer la justicia y continuar matando por encargo. 
  6. De la misma forma que calmadamente se reunieron para planificar el crimen contra mi hijo, en igual sentido, tranquilamente han preparado los incidentes para eternizar el conocimiento del asunto. Proceden a ritmo, sincopado, para que nada sea discordante. Aunque con diferentes defensores, tienen semejanza en los argumentos a los fines de burlar el sistema judicial.
  7. No escapa a la inteligencia de los hombres y mujeres sensatos del país, que la asociación de criminales que procuraron matar a Jordi, han recurrido a todas las maniobras ante la Cámara Penal de la Corte de Apelación, para que no sea conocido el recurso que ellos mismos interpusieron, lo que prueba que la impugnación que hicieron a la sentencia de primer grado no ha sido más que con el fin de continuar burlando el sistema judicial, a la sociedad, a la víctima y a su familia.
  8. Los responsables de la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi, en forma colectiva acordaron ejecutar el crimen, y también en sociedad han coordinado que no concluya el proceso en grado de apelación. Pero la dilación del caso no ha impedido ni impedirá mantenernos en firme reclamando justicia, y el transcurso de los meses no hará que cambiemos de actitud. Cualquier ocasión será oportuna para que predomine la justicia sobre la criminalidad y su aliada la impunidad.
  9. La sociedad dominicana se ha mantenido atenta a todo el curso del expediente del caso de mi hijo Jordi, no sólo por lo execrable del acto criminal, sino también por la alta peligrosidad que representa la cáfila de asesinos que componen Adriano Román y la banda de sicarios que contrató. 
  10. En la etapa actual de la vida dominicana, cuando la criminalidad mantiene en estado de desasosiego a la sociedad, constituye un mensaje tranquilizador, para la comunidad decente del país que aspira a no vivir bajo la voluntad y capricho de la delincuencia, que se aplique la ley a los que se unificaron para llevar a cabo el asesinato contra Jordi.