En la vida siempre hay episodios que marcan a las personas, e independientemente del paso del tiempo, el ser humano se recuerda de diversas situaciones que afectan a terceros. Como consecuencia de la profesión de mi padre, durante mi adolescencia, siempre escuché el nombre de Miguelina Llaverías en mi hogar. Mi padre fue su primer defensor, junto con el Dr. Negro Veras, en la década de los setenta, cuando, por primera vez, ella fue víctima de violencia de género por parte del señor Adriano Román, quien guarda prisión en Santiago.
Siempre le he dado seguimiento al caso de Miguelina Llaverías, con quien mantengo relaciones de amistad, pues sus hijos estudiaron conmigo en Santiago. Le guardo a ella profundo respeto y admiración.
Mañana martes, el Juez de Ejecución de las Penas de Santiago va a conocer una solicitud del señor Adriano Román, quien alega que por razones de edad y de salud, debe merecer cambio de condición a "arresto domiciliario".
Me opongo a que el juez de referencia conceda esa medida, porque el señor Román, estando en prisión tramó y conspiró contra la vida de Miguelina, por lo que, si estuviese bajo "arresto domiciliario" tendría mayores oportunidades para conspirar contra la vida de Miguelina Llaverías.
Los ciudadanos conscientes, aquellos que no somos indiferentes ante las injusticias y ante los abusos, tenemos que hacernos escuchar y rechazar esa solicitud. La justicia dominicana está ante una dura prueba.
Por la vida de Miguelina Llaverías, y con ella, por todas las mujeres íconos de la lucha contra la violencia de género, que mañana la justicia envíe una señal de defensa y de protección a la mujer dominicana.