domingo, octubre 02, 2016

A 76 meses de la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi Veras

  1. De los hechos de naturaleza penal es posible saber el día que ocurren, no así cuándo terminarán las investigaciones policiales y judiciales, y mucho menos el momento que concluirán con una decisión definitiva e irrevocable. Son muchas las circunstancias, las situaciones imprevisibles que se mueven alrededor de un proceso judicial con ribetes penales.
  2. La tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi, sé que ocurrió el fatídico día 2 de junio de 2010, pero la culminación ante los tribunales es incierta, porque para la coronación del mismo no sé el período que falta; el lapso no depende de la voluntad de la víctima ni tampoco de los jueces.
  3. En los procesos judiciales penales hay que estar preparado para todo lo que pueda maquinar el o los imputados, así como sus defensores técnicos, con el agravante de que el Código Procesal Penal, vigente en nuestro país, cuadra perfectamente con el interés que pueda tener el acusado de que el asunto se eternice, y con su prolongación llevar a cabo nuevas acciones criminales.
  4. El expediente relacionado con la asociación de criminales que se constituyó para asesinar a mi hijo, por el pago que para tales fines le hizo Adriano Román, en estos momentos tiene 76 meses desde que ocurrió el hecho el 2 de junio de 2010, y todavía no se sabe cuándo concluirá; porque ahora, después de la Cámara Penal de la Corte de Apelación dictar su sentencia, todos los imputados, con excepción de uno de ellos, interpusieron recurso de casación.
  5. Conozco algo del medio donde me muevo, los mecanismos legales en los cuales están enmarcados los procesos penales, así como la capacidad de maniobra de los procesados y sus asesores técnicos. No escapa a mi limitada inteligencia hasta dónde pueden llegar los acusados para que el asunto no concluya.
  6. Todos los plazos llegan a su vencimiento, y creo que falta menos tiempo por llegar a su final el proceso, que el día que se inició. Además, estoy convencido de que la desesperación es mala consejera y, por tanto, ella jamás se apoderará de mí. 
  7. Personalmente, en todo el curso de mi vida he tratado de ser realista y coherente. Por tanto, si durante 76 meses me he mantenido confiando en la honestidad del material humano que en el servicio judicial conoce el caso de mi hijo, ahora no tengo razón alguna para no seguir abrazado a esa convicción. Sé que la ley y el derecho se han de imponer por encima del deseo de los imputados de que el expediente se dilate y de que no les alcance la vara de la justicia.