jueves, julio 31, 2014

A los cincuenta meses


A cincuenta meses continúo dando gracias al Todopoderoso por cada día que transcurre y que hoy me tenga, no sólo con vida, sino lleno dentro del espíritu de mucha fuerza y empeño. Asimismo, agradeciendo toda la solidaridad y apoyo que aún recibimos de todo el o la que nos aborda y nos encontramos en cada lugar. Siempre recordaremos en nuestra vida, que todo ese apoyo que recibimos como familia, fue el mejor aliciente para no cesar ni desistir, fue la manera de saber que ese espaldarazo era enviado por el Creador a través de tantas personas buenas y dignas.

Sabemos y estamos conscientes de que los que atentaron contra nuestra vida, no cesarán en sus aspiraciones por terminar lo que no pudieron.  Aún así, no será impedimento para que lo que siempre hemos dicho ha sido una responsabilidad con lo mejor de este país, el llevar este proceso hasta dónde pretendan los imputados hacerlo. Sabemos que la maldad y la perversidad no cesa y que el principal imputado, no ha cambiado ni cambiará su actitud y su proceder ha sido el pensar y estar convencido que los equivocados son los demás y no él y sus acompañantes.

A cincuenta meses estamos más que conscientes de que nos enfrentamos a un grupo de personas que hace tiempo dejaron de creer en justicia. Su proceder es resolver las cosas por las vías violentas y va a continuar pretendiendo desacreditar el sistema como lo intentaron hacer con los más de treinta envíos, entre Preliminar y Juicio de fondo. ¿Por qué razón tiene que ser distinta ahora? A pesar de ello, estaremos como el inicio, con Dios delante, defendiendo la sentencia dictada como un gran mensaje enviado contra esos imputados y a la misma sociedad como forma de esperanza.

Recuerdo y cito lo escrito por mi padre el mes pasado al cumplirse los cuarenta y nueve meses, él expresó, lo siguiente y cito: “La decisión del tribunal sancionando a los imputados en el caso de mi hijo Jordi, constituye un mensaje de esperanza para lo mejor de la sociedad dominicana, más en la presente coyuntura de criminalidad que ahora estamos viviendo”. “Hoy, 2 de julio de 2014, al cumplirse 49 meses de la tentativa de asesinato contra Jordi, el  tribunal va a proceder a leer íntegramente la sentencia  que condenó  al que pagó y a los que organizaron  y ejecutaron el operativo criminal”.

“Ahora, ante la condena en su contra, los que quisieron asesinar a Jordi, están jugando dos cartas: Una, asesorados por sus cómplices legales buscarán desacreditar y revocar la sentencia y, segundo, continuarán en su afán de matarme  a mí y también  a Jordi”. “Los asesinos  y  sus compinches legales fracasarán en sus recursos, porque la sentencia, al ser dictada con apego a las pruebas ajustadas a la ley y al derecho, resistirá todas las impugnaciones, y sus planes criminales no lograran materializarlos porque estamos advertidos y preparados para responderles en el escenario que escojan”.

Está bien fresco en nuestra mente, todo lo que se intentó, tanto por los imputados como por los “colaboradores” que tuvieron a su lado y fuera de audiencia, para evitar que se diera una sentencia. Fueron más de tres años de no perder la paz, no caer en la desesperación y de no desistir; viendo y escuchando de todo, para tratar de derrumbarnos. Sin embargo, tenemos que hacer honor a todo ese apoyo y solidaridad, a esa presencia que hemos tenido desde el primer día del atentado, el 2 de junio del 2010, que este próximo 2 de agosto, se cumplirán cincuenta meses, en que pudimos sobrevivir y hoy poder seguir dando gracias a la mano divina, a la de mi madre y al amor y entrega de mi papá.

A propósito de éste último me acojo a lo expresado por él, ante ponencia sobre los inmigrantes dominicanos en EEUU, y lo aplico para lo que resta por continuar en esta batalla, en la forma siguiente y cito: “El futuro es de los que triunfan, de los que se elevan por encima de las adversidades; de los victoriosos que se ponen por delante de las dificultades; de los ganadores que derrotan el pesimismo; de los que aplastan el fracaso y convierten el revés en victoria”. Ante estas palabras y realidad, no nos queda de otra de seguir dando gracias, sin desistir y seguir, sin vacilar, con Dios delante, buscando que se mantengan el mensaje que ya ha sido enviado.